Los nuevos Signos del Zodiaco.
Cuando un bebé es concebido, todo el firmamento se prepara para el gran acontecimiento. Las grandes tejedoras, sentadas en sus palacios de luz, comienzan a tejer el hilo de plata de lo que será este nuevo ser. Cada una le va otorgando maravillosos dones los que le convertirán en un ser único, sin igual en el Universo.
Ahora bien, cada nueva alma que reverdece, trae consigo un plan o proyecto de las circunstancias, condiciones, experiencias que se van a manifestar como parte de su vida diaria, lo mismo que ciertas características bases de lo que va a ser su personalidad.
El momento de nuestra concepción es único en el sentido de que es en ese momento en donde el trabajo de las tejedoras de luz comienza; pero ellas no comienzan a inventárselo todo, no; para eso tienen un plano o esquema totalmente configurado y ese esquema es la posición de las estrellas y constelaciones en la esfera celeste en el momento justo de la concepción, un momento especial y “escogido” por el alma que reinicia su viaje por el reino de lo material, una vez más.
Qué es la esfera celeste y cuáles son estas configuraciones?
Si nos encontramos en una pradera inmensa que se extiende hasta los confines del horizonte y observamos el cielo, nos podemos dar cuenta a simple vista de que estamos en el centro de esa esfera, equidistantes de la línea del horizonte. Ni más ni menos. Justo en el centro. Es el sitio en donde nacimos y aqui estaremos toda nuestra vida. No importa hacia donde nos movamos, siempre vamos a estar en el centro de “nuestra esfera celeste”. Si miramos hacia el cielo, podremos notar que el sol ocupa una posición, dependiendo de la hora del día; por la noche, podemos ver los astros moverse siguiendo la misma trayectoria que sigue el sol. Todo esto es debido, claro está, al movimiento de la Tierra sobre su eje.
A estas alturas ya debemos ser capaces de reconocer a la estrella del Norte, Polaris; todo el mundo sabe donde está la “olla de leche”, las siete cabritas, el cinturón de Orion y por allí nos vamos. Y si nos asomamos todas las noches a observar el cielo, notaremos que aunque la configuración de las constelaciones es la misma, su posición en el cielo, de acuerdo a la época del año, varía.
De esta esfera celeste, de la cual siempre somos el centro mientras caminemos sobre la tierra, solo podemos observar su mitad superior; la otra mitad se encuentra más allá de nuestros pies, en la Conchinchina, por asi decir. La pradera, bajo nuestros pies, actúa como la línea divisoria entre estas dos mitades, tal como la línea del horizonte divide el cielo de la tierra. La mitad que podemos ver con nuestros ojos y experimentar con nuestros cincos sentidos se refiere a la mente consciente y al mundo material; es el mundo en donde el sol sale y se oculta durante el día y la luna y las estrellas brillan de noche; la otra mitad es el mundo oculto, sublunar o subconsciente, al cual tenemos acceso a través de los sueños y, mucho más importante, a través de nuestra intuición.
Esta esfera celeste se ha dividido en doce porciones. Seis en la mitad superior y seis en la inferior. Estas porciones son como enormes palacios de luz, habitados por un sinnúmero de estrellas, cometas, meteoros, pero cada una de ellas tiene un regente y una configuración llamada constelación y ésta es la base de su construcción.
Volvamos a la llanura, en donde nos encontramos admirando el cielo estrellado; digamos que es de madrugada y ya va a salir el sol; apenitas una claridad se asoma con dedos sonrosados allá en la lejanía.
Ahora imaginémonos que somos un monolito de basalto, ocupando nuestro espacio en el centro del universo; hagamos atravesar nuestro cuerpo por una línea que se extienda verticalmente en ambas direcciones, saliendo por la cabeza y los pies respectivamente, hacia los límites de nuestra esfera celeste. Es nuestro eje y va a dividir nuestra esfera en dos. Este eje es movible, con el movimiento de un péndulo y causa que las constelaciones se vayan moviendo sobre la esfera, sobre grandes periodos de tiempo.
Ya dijimos que estamos parados sobre la mitad superior de nuestra esfera. Ahora bien, solo una cuarta parte de la esfera siempre está visible, frente a nuestros ojos; la otra mitad está a nuestras espaldas. Es cierto que se puede ver lo que está a nuestras espaldas, solo basta voltearse, pero entonces lo que estaba al frente queda atrás, y este es el cuento de nunca acabar. Si extendemos los brazos a los lados, con la cabeza mirando hacia al frente, podemos constatar nuestro radio de visión; para algunos con visión periférica atrofiada, incluso es menos de un cuarto del círculo. Es el teatro donde transcurren todos los acontecimientos de nuestra vida.
Es sobre este teatro en donde las influencias planetarias se dejan sentir. Ellas son las que preparan el escenario, la trama de la comedia, drama, tragicomedia o lo que sea que se esté presentando en el momento, ellos consiguen a los personajes principales y cuando tienen todo configurado, levantan el telón y se sientan cómodamente a observar nuestra interacción con la obra de teatro en cuestión.
Porque a final de cuentas, es a nosotros a quienes nos toca decidir si enseñamos el pulgar hacia arriba o hacia abajo. Si ya sabemos lo que se avecina, porque el zodiaco nos lo indica, estamos preparados para tomarlo todo de una manera filosófica y darnos cuenta de que solo es una experiencia que brinda una enseñanza que nos es necesaria en el plano en que nos encontramos en ese momento.
Mediten sobre esto.
Volviendo a los palacios de luz, o signos zodiacales:
La esfera está dividida en 360 grados, el plano superior y el inferior 180 grados respectivamente.
Para hacerlo de una manera más fácil, vamos a imaginarnos una naranja que tiene 12 gajos, la cual vamos a dividir a la mitad, dejando seis gajos en cada lado.
De pie, frente al sol naciente, el cual marca el Este, se levanta el primer gajo o signo, digamos Aries, en el grado cero del horizonte, treinta grados hacia el centro de la esfera, el cual está marcado por el eje que sale de tu cabeza. Este signo finaliza en los extremos Norte y Sur, los puntos al final de tus brazos extendidos en forma de T. Detrás le sigue Tauro, treinta grados adicionales, seguido por Géminis, Cáncer, Leo y Virgo, hasta llegar al Oeste, donde se pone el sol y completar el así llamado medio cielo, con seis signos ocupando nuestra esfera celeste superior.
Igualmente para la parte inferior de nuestra esfera celeste.
Estos palacios de luces son las doce casas del Zodíaco, que ejercen su influencia sobre el centro de la esfera celeste ( es decir, sobre nosotros) ya sea de manera directa, indirecta o subconsciente.
Cada uno de estos palacios tiene una energía diferente, manifestada por un rayo de luz, de acuerdo a su regente principal. Siete son los regentes principales, cada uno manifestado por un color. Algunos habitan en varias casas, por ejemplo, Mercurio habita en dos palacios, en el de Virgo y en el de Géminis, así estos dos signos comparten ciertas características.
Para dar constancia de que estos palacios de luz existen en todo momento alrededor nuestro, Dios puso a disposición nuestro el Arco Iris, para que, a través de la visión de sus maravillosos colores, en todo momento sepamos que hay energías de todo tipo derramándose sobre nosotros y para que tomemos ventaja de ello.
Moviéndonos un poco hacia el lado de la ciencia, abundan estudios acerca de la influencia que ejercen nuestros astros más cercanos sobre la vida en el planeta y también sobre la siquis de sus habitantes.
Si el Sol y la luna nos afectan de tan variadas maneras, porqué no habrían de hacerlo las demás luminarias de nuestra esfera celeste, tales como Marte, el planeta rojo, de energías fieras y combativas Venus, el planeta verde, planeta del amor y de la naturaleza, Júpiter, el gigantón bondadoso; Saturno, el Señor del Karma, Mercurio, planeta de la comunicación por excelencia, juguetón mensajero de los Dioses y Regente de este nuevo esquema configurado en la esfera celeste; dueño y Señor de todos los celulares, Internet y todo lo que tenga que ver con la comunicación, (Y luego se preguntan el porqué la nueva tecnología a veces tiene la tendencia de jugarnos malas pasadas?)
Y así por el estilo.
La Astrología es una ciencia y la más antigua que existe. En los textos hindúes, como el Rig Veda, existen
detalles astrológicos de constelaciones que estuvieron en nuestra esfera celeste hace mas de 95 mil años; esto comprobado por medio de computadoras. Lo mismo que sitios antiguos como Stonehenge o artefactos antiguos, como el Calendario del Sol.
El hombre moderno tiene un gran problema el cual consiste en su incredulidad ante las cosas que no pueden comprobarse, medirse y formularizarse.
Pero, afortunadamente existe dentro nuestro un criterio para analizar lo que no puede comprobarse o medirse por métodos científicos. Es nuestra intuición. Ella nos dice si la información que estamos recibiendo tiene algo de veracidad o no. O simplemente podemos optar por dejar pasar lo que la mente se niega a aceptar, hasta que hayamos desarrollado nuestra intuición al grado de que “sepamos” las cosas sin necesidad de recurrir a las “pruebas”.
Como dice el dicho, las estrellas inclinan, pero no obligan; la razón detrás de la importancia de los horóscopos es la de tomar ventaja de nuestro esquema primordial y así saber cuáles son nuestros puntos débiles y nuestros fuertes, así como también saber cuándo actuar y cuando quedarse quieto y dejar que el vendaval pase en vez de estarle echando la culpa a cualquiera que se pase en nuestro camino del porqué de nuestras malas decisiones.
En cuanto a que si ahora el horóscopo ha cambiado, porque el eje de la tierra se ha movido y las posiciones de los planetas han cambiado y ahora Aries es para los nacidos entre Abril 17 y Mayo 21, por así decir, eso cuenta solo para los nacidos hoy en día. Para los que hemos nacido antes de que el eje terrestre comenzara a mover en varios grados a las casas del Zodíaco, nuestro signo queda igual.
La importancia de la astrología radica en la ubicación de los planetas en la esfera celeste y su influencia sobre las vidas humanas para que, observándolos podamos tomar ventajas de las posiciones que nos favorecen y estar en guardia ante posiciones no favorables.
Si yo veo en mi horóscopo personal que Mercurio, el planeta de las comunicaciones, va a estar retrógrado por X tiempo, además observo a Marte en mi casa de las relaciones personales, creo que debo ser muy cuidadosa a la hora de comunicarme con mis seres queridos, para que no exploten las energías de Marte que habitan en mí y que me inclinan en una forma un poco combativa a la hora de exponer y “defender” mis puntos de vistas. Mas o menos. Luego de un período de observación, seremos capaces de reconocer estas energías trabajando dentro nuestro y trabajar con ellas consecuentemente.
Aquí es donde entra nuestro mejor regalo de Dios, nuestro libre albedrío.
A finales de cuenta, es el poder que tengo para tomar decisiones lo que me va a favorecer o perjudicar.
Lo cierto es que ya hemos dicho que la tónica para el tiempo que se avecina es la de Transformación. Los grandes planetas exteriores dejan sentir su influencia.
La gran piedra de basalto se reordena a si misma y con esta reordenación, nuevos esquemas nacen a este universo.
“Expect the unexpected”
Escrito por Sandra Collazos McPherson ' "La Canelo"
Dallas, TX, Marzo 10 2011
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