Solitude by Maia Stefana
En este sitio
solo somos conscientes de la inconsciencia en que vivimos.
La vida pasa frente a nuestros ojos cerrados y aún así creemos estar vivos.
Todos los días nos levantamos a la misma rutina, con los mismos zapatos, la misma vestidura.
Repetimos los mismos gestos, señalamos las mismas cosas con los mismos dedos.
El círculo vicioso que lento nos destruye.
Arriba
más allá del planisferio de constelaciones y galaxias de vientos cósmicos y huecos negros
en la inconmensurabilidad de lo posible, el esquema innombrable, cual sutil telaraña
extiende sus tentáculos atrapándolo todo.
Nada queda por fuera de su armazón de realidades, indiscutibles verdades.
Islas, isletas, continentes enteros construidos a cal y canto, flotan a la deriva
en este mar efervescente de estrellas titilantes, esquemas rotundos y ciertos.
Un solo Dios, el gran Arquitecto del Universo, Reina dueño y señor.
De acuerdo al patrón establecido de antemano, a cada quién nos es dado una parcela.
Nuestro propio mundo con todas sus idiosincrasias, para que juguemos a ser.
Para que nos convirtamos en dioses y, desde nuestro Olimpo, con ojos que no juzgan
observemos la belleza de todo lo creado.
O, para que muramos nuestra muerte asegurada
sirvamos de alimento a las cuatro bestias del apocalipsis, a las que alimentamos día a día
con el fervor del que ha crecido su cáscara hasta que ya no cabe nada en ella.
Y
si acaso, un buen día, por pura casualidad, o por esfuerzo continuado
el velo se rasga y nos presenta una infinitesimal porción de luz a nuestros ojos
en ese buen día, sentados, para no caernos al suelo del impacto, nos preguntaremos
sorprendidos de nuestra propia ignorancia brutal, de nuestra estigma de oveja dispuesta al sacrificio
cómo pudimos pasar por esta vida en esta pequeña isla, cuadratura circular descentrada
alineada a los vientos del destino
despreciando el poder que siempre ha estado allí para nosotros
si con solo levantar un dedo todo hubiera sido posible, mover montañas, resucitar los muertos
crecer un imperio de verdades indiscutibles, crear un universo entero
a imagen y semejanza nuestro.
Con un solo dedo.
Con solo un dedo.
Un dedo.
Sandra Collazos McPherson
Dallas, TX Oct. 8, 2012
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