Uno
se sienta un día y analiza
el fondo de las cosas
el fondo de las cosas
en los asuntos cotidianos.
Uno
de pronto realiza
que la costumbre lo consume y el desván
esta colmado de cosas innombrables
solo porque:
Uno
se olvida de usar
los nombres verdaderos.
Uno
guarda en sí mismo las palabras
por no gastar saliva.
Así, pierde
el sentido de las cosas.
Uno
se acuerda a veces de sí mismo
y sabe que es preciso
que encuentre lo perdido.
Uno
decide que ya es hora
de hacer valer el don divino.
Así, se impone
a la costumbre de los asuntos
cotidianos
en un afán de conquistar
el reino de las cosas.
Uno
piensa que todo lo ha resuelto
se aventura lleno de coraje
tratando de cruzar
el mar
de impedimentos
que
Uno
se ha impuesto.
Uno
se dá cuenta
que no ha resuelto nada
cuando las olas lo devuelven
a la playa de donde
Uno
ha partido.
Uno
se siente derrotado
se atrinchera
para poner distancia entre los enemigos
que proliferan cada día.
Así, siguen
las cosas
sin tener ningún sentido.
Uno
se cansa de luchar
se abandona en el dolor
y la amargura de la incertidumbre.
Uno
cierra los ojos y concluye:
las cosas en realidad
son sordas, mudas
no ven, no sienten
ni siquiera pueden
oler
el humo
que sube de la tierra ennegrecida
las cosas
solo buscan separar lo inseparable
y Yo?
Aquí, en mi rincón
observándolo todo
con una sonrisa entre mis labios.
Poema de Sandra Collazos McPherson
Dallas, TX February 6th, 2013
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