En las noches tibias
bajo el manto de estrellas titilantes
soy oasis perdido en el desierto
un palmar de sombra quieta
refrescante
un nicho
un sentimiento.
Descansa el vigilante.
Afloran
tiernas, incitantes
las flores del recuerdo
abren sus
pétalos
como bocas
hambrientas al rocío
que cae de la bóveda
celeste.
Suspiro.
Dejo vagar lo que me llena
como anémonas en un
mar de azogue
la luna frente a mi
me reta a entrar en
su vientre luminoso.
Quiero ser tantas
cosas y ninguna!
Extiendo un deseo
de la punta de mis dedos
al infinito
en esta hora del ensueño
todo es posible.
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