El Día de Acción de Gracias es siempre un día de mucha diversión para mí. Primero, porque implica meterme en la cocina a preparar platos fuera de la rutina cotidiana, ya que me encanta la cocina. También, por los preparativos para el mismo, como lo es comenzar a buscar ideas para arreglo del centro de mesa y los detalles de vajilla, cubiertos, el diseño de las tarjetitas con los nombres de los invitados,etc.
Este año, debido a circunstancias familiares, no estábamos en el mejor de los ánimos para celebrar, pero gracias a la Divina Providencia de contar con excelentes amistades, fuimos invitados a celebrar el Día en la casa de Kevin y Lois, unos amigos muy queridos.
La variedad de platos, todos ellos deliciosos, fue extensa debido al esfuerzo común. Cada una de las personas invitadas contribuyó con un plato especial: ensalada de brócoli y uvas, frutas en salsa de curry y papas dulces horneadas, especialidad de Lois, la anfitriona; un suculento lomo de puerco asado sobre planchas de madera de cedro, con una deliciosa salsa agridulce, al igual que un deliciosísimo pastel de terciopelo rojo, como es llamado, regalo de la cocina de nuestros amigos Jerry y Carol; diversas cacerolas de vegetales, panecillos variados y no podían faltar los pays de calabaza y otras delicadezas de la repostería otoñal que el resto de los invitados tan amablemente supieron proveer.
A Hugo le tocó llevar el pavo relleno. Al parecer, es un favorito que nadie quiere perderse. Por mi parte, yo contribuí con una cacerola de relleno de pavo, una cacerola de soufflé de maíz nuevo y un postre, pay de crema agria con limón.
Este año me tocó probar por primera vez pavo frito, especialidad de nuestro anfitrión, Kevin.
Delicioso, la carne muy suave y jugosa y con mucho sabor; además, el tiempo que toma cocinar es mínimo comparado a las 6 ó 7 horas que toma nuestro pavo tradicional. Pero, creo que no puedo sugerir a Hugo que compre una freidora de pavo, pues no veo que él esté dispuesto a echar a un lado esta tradición de tantos años.
Eramos 18 personas, por lo que Lois acomodó una segunda mesa, lo cual iba a requerir dos centros de mesa.
En la mesa principal, Lois pensaba usar un mantel blanco, por lo que me decidí por un arreglo en tonos plateados y blancos. Las calabazas son naturales, las cuales pinté con pintura plateada y le agregué diseños en espirales blancos; luego preparé dos calabazas medianas y cuatro calabacitas a las que le saqué su interior para acomodar pequeñas velas. Pinté tres de éstas calabacitas en plateado y tres en blanco. Alrededor de las calabazas grandes coloqué daisies y como toque final una cinta en blanco iridiscente transparente metida entre las calabazas y flores.
Para la segunda mesa, el arreglo siguió el mismo patrón, solo que en colores del otoño, debido al color del mantel. En este arreglo, las calabazas son de otra variedad, un poco mas grandes. Debo añadir que no son inspiración mias, sino que las copié de unos centros de mesas en la internet. La única diferencia con el otro centro de mesa, es que añadí unos adornos y unos lazos naranja en estas calabazas.
Es tradición para todos los Días de Acción de Gracias, en la mayoría de las casas, por lo menos en el estado de Texas, el ver el partido de futbol americano entre los Dallas Cowboys y el equipo designado, el cual siempre se juega en el estadio de los Cowboys, aquí en Dallas, TX.
Hemos descubierto que agregando un compuesto de mantequilla, aceite de oliva, tomillo, romero, salvia, ajo en cantidad, sal y pimienta, debajo de la pellejo del pavo, le da un exquisito sabor, tanto a la carne del pavo, como al gravy, así como también una piel crocante y llena de sabor.
Un año más y tanto que agradecer!! Aunque yo soy agradecida los 365 días del año, es siempre delicioso sentarse a la mesa a compartir los alimentos tanto como la bendición de tener vida a plenitud, tiempo para gozarla y compartirla con amigos y familiares y tantas otras bendiciones con las que nuestra vida diaria se ve colmada.
Solo espero poder tener la oportunidad de seguir disfrutando los bienes que Dios tan generosamente nos regala día a día y de poder tener la habilidad de reconocerlos, aunque vengan disfrazados.
Saludos
Sandra