En un principio
cuando no había nada
y el viento
solitario se paseaba
tranquilo, silencioso
único
por la terrible oscuridad
de la existencia
surge de la Presencia Misteriosa
un tenue hilo de luz iridiscente
como un candil viviente
sempiterno
que ilumina de pronto
las tinieblas.
El viento, sorprendido
acude en un instante
a presenciar el mágico espectáculo
de luz en medio de
las sombras
y suave gira en torno
de aquel hermoso brillo
tan cálido y sencillo como un niño
recién nacido
o como una semilla
de luz.
Se acerca el viento y toca
con su boca anhelante
el borde leve de aquella luz vibrante
y sin querer se funden en un todo
hecho de luz y brisa
como un amanecer de primavera.
Una canción
de notas ígneas, cristalinas
se escucha en el albor del primer día
y el viento danza y gira
y gira y danza
mientras se llena de prístina armonía
al son de los acordes
primordiales.
La luz sigue creciendo
ahora llevada en brazos por el viento
a los cuatro confines se dirigen.
Poco a poco se van desprendiendo
de aquel abrazo incandescente
girones de nubes resplendentes
cubiertas de luceros y de estrellas
de soles refulgentes
y todos danzan al ritmo de las notas
de la canción tan exquisita
de pronto el infinito
se ve colmado de cuerpos estelares
que van danzando por todo el universo
la danza de espirales.
Poema de Sandra Collazos McPherson
Dallas, TX June 4, 2014