Monday, January 3, 2011

To be or not to be


En el segundo día del año, fui a ver un play, que ya se ha convertido en una tradición de principio de año en Dallas.  Uno de esos mistery murder play, donde uno tiene que adivinar quién es el asesino.  Mas lo mejor de todo fue encontrar a todos los actores maquillados en tonos de  blanco, negro y gris y el escenario presentando las mismas tonalidades.
Después que se apagaron  las luces, el telón permaneció cerrado por unos momentos, mas cuando se descorrió el pesado cortinaje, la primera impresión ante mis ojos fue la de que algo no estaba bien.  Todo lucía como una fotografía gigantesca en blanco y negro.  Y cuando los actores comenzaron  a moverse en el escenario, la impresión que tuve fue la de estar penetrando en un mundo surrealista en donde los límites entre lo que la mente acepta como real y lo que cataloga como fantástico no existían, solo esta visión monocromática y alucinante que por unos momentos me voló la mente.
La mujer de rojo salió al escenario al finalizar el play, para poner la nota de color y a lo mejor en un intento de devolvernos al mundo de lo familiar.


Luego, los actores posaban afuera del teatro, para recibir las felicitaciones.  Vistos así de cerca, parecían figuras planas de cartón recortadas y colocadas en un pedestal; la razón continuaba negandose a adjudicarles dimensión, como si una voz interna dijera, no aceptes esa visión, no corresponde al mundo de lo manifestado.  Creo que en realidad así se debieron sentir los indios de América, la primera vez que vieron las carabelas de Cristóbal Colón.  Algo en su interior les decía, no son ciertas, no son ciertas.

Porque aunque yo sé que los actores son personas de carne y hueso, el solo hecho de encontrarlos en un estado que no corresponde a su naturaleza habitual, los convirtió en extrañas caricaturas, habitantes de un mundo que no tenía cabida en mi mente racional.

Lo que me lleva al punto de analizar lo limitada que es nuestra percepción de las cosas.  Si no cumplen con los patrones a los cuales estamos acostumbrados, no existen.  Y esto vale para  esos encuentros con gentes extraordinarias, que por el solo hecho de estar pintados de gris, dejamos pasar por alto, por nuestro temor a lo no probado y comprobado.

Es nuestra tendencia innata someter a riguroso escrutamiento a cualquier experiencia que se nos acerque para cerciorarnos de que cumple con los parámetros que hemos establecido alrededor nuestro y con los que medimos nuestra posición en el universo.  Solo de este modo nos aseguramos de que nuestro universo seguirá proveyéndonos los acostumbrados paisajes con sus respectivos personajes.

Pero, que tal si de repente introducimos en nuestro mundo un elemento que no existía en nuestras vidas anteriormente, tal como un giro radical de 180 grado en nuestra manera de pensar o actuar en relación a cualquier situación?  Creo que por un momento estaríamos en el limbo entre lo gris de lo no experimentado y el colorido mundo de lo fijo.
Tal vez apareceríamos ante los ojos del mundo como figuras  grises, planas,  de pie gracias a un soporte en nuestras espaldas, esperando por el reconocimiento, principalmente de nosotros mismos y luego del público que llena el teatro de nuestro cotidiano vivir. 
  Tal como  un actor pintado de blanco y negro es y no es a la vez, primero seríamos el fantasma de lo que fuimos, luego los colores de la nueva realidad se irían mezclando y asentando hasta convertirnos en habitantes de este nuevo mundo surrealista para los demás, pero perfectamente cómodo y entendible para nosotros.
Who knows?

Que tengan un feliz nuevo año y que sean capaces de añadir un tono de gris a sus vidas, sin perder la dulzura de carácter.

Sandra Collazos McPherson
Dallas, TX
January 3, 2010