Friday, June 6, 2014

Cuento

 
 
 
 
Este es el cuento

 de un dia que amaneció lloviendo  y en el portal de la casa de los vientos  un silencio se aposentó, silencio que no cedió a los ruegos de sus hermanos vientos  quienes querían salir por esos mundos a repartir alientos y jumas viejas y  cientos de zigzagueos.  

Ochocientos elefantes parados  en las trompas, opulentos jinetes en patos petulantes,  quisieron entrar en el estante de las maravillas  escondidas, pero el viejo  somnoliento que cuidaba el jardín de los tormentos no los dejaba entrar por una marca amarilla en la solapa de sus vestidos malgastados, luego tuvieron que pagar por el mandado, dejarlos en la hierba para que el sol y la lluvia los lavara y si no fuera por el medio tamborcillo que a medio son tocaba a mediodía y  no por la mañana no hubieran salidos las langostas esas que duermen cuatro siglos enterradas y luego vuelan como dragones encendidos como  tercos dragones encendidos , vuelan por  el desierto y por el rio llevan  el pergamino  ceniciento, ese que ordena que a los días les sean bien pagados sus emolumentos para que suba el telón del firmamento y en el portal de la casa de los vientos el silencio se vaya  despidiendo  y este es el cuento de un día que amaneció lloviendo.

Y si no te gustó no te lo cuento.
 
 
La Canelo
Dallas, TX, June 6, 2014