El escribió su nombre
en la húmeda arena
con surcos profundos
y mano firme.
El mar se tornó fiero
y la marea creció...
El escribió su nombre
en cada esquina
de una flexible hoja de roble.
Llegó el otoño
y el viento abanicó...
El escribió su nombre
en un grano de trigo
y en tierra fértil lo plantó.
La planta creció firme
y el pájaro llegó...
Entonces se sentó
bajo la sombra de un manzano
y allí permaneció.
Llegó la mañana
y de las frescas ramas
una roja manzana
desprendió.
Ahora él escribe su nombre
en el amanecer.
Poema de Sandra Collazos McPherson
Dallas, TX June 27, 2013