Thursday, October 3, 2013

Poema No. 152



 


 

 
Cuando el destino alcance al desatino
y sea el desvariar, la norma, lo supino
 
         sobrevivir será  un pasaje  sin retorno        
     en este mundo amorfo,   mundo  en torno 
 
del espiral lucífugo, tortuoso
        que encumbra  al viento en  tumultuoso foso 
 
sobrevendrán  espigas  las de los campos quietos
tratarán de repetir en ascetismo al Verbo 
 
Al vasto amanecer le seguirán  los  reales
concomitantes  sórdidos restos mortals
 
seguidos por   las  frígidas aullantes fluorescencias
por adquirir primer lugar en vana competencia 
 
caminaran  adjuntos hacia el final del tiempo
como camina el mar, como camina el viento 
 
y cuando ya el sendero de abrojos  se divierta
el   seno convergente será la única puerta
 
vendrán las salamandras en lenguas encendidas
y arroparán la  efímera suntuosidad hendida 
 
entonces  sonaran  a ras de la explanada
los pasos  primigenios del dueño de la nada 
 
magnífico, extendido en su  aurora borealis
rodeado por el cetro, el sol, la espada y el cáliz
 
el fuego  ya no será  del cetro el mensajero
ni cortará la espada en dos al tumultuoso viento 
 
el sol  acallara sus pasos en la tierra
y de amargura el cáliz rebosará sin pena 
 
y beberán del agua en la  urna contenida
todos los sátrapas que ocultos te dominan
 
uno a uno caerán en el fuego  del olvido
dejándote desnudo,  doliente, sensitivo 
 
y más atrás le seguirán  las enlutadas  reinas
las madres y las hijas,  las  suegras y las nueras 
 
al filo de la espada veras correr la  sangre
 las entronizadas bestias  caerán como  un enjambre
 
no mienten los que dicen que  el velo se descubre
en el instante mismo en que la soledad se nutre
 
en sinergia se engendra la perla de la noche
su brillo es consecuencia del pérfido derroche
 
de alabastro y de mármol son las cosas soñadas
mas cuando estás despierto se convierten en nada
 
sostén  el brillo incierto de un lucero en tus manos
y abrirán las corolas del ser en impalpables  planos 
 
en el ahora esperan  los dioses escondidos
para nombrarte  y darte  lo que es correspondido 
 
solo engendran la vida las redondeces  ciertas
ellas van, ellas vienen, están vivas y  muertas
 
con un gesto imponente  de tu mano extendida
hacia el sol se hará luz, hacia luna  la herida 
 
cuando  al final se junten el  fuego  y tempestades
volarán  hacia adentro las aves saturnales
 
y cuando el uno se acoja en su sitio perfecto
sobrevendrán  espigas, las de los campos quietos
 
caerá la noche eterna en medio de lamentos
y más atrás los astros de todo el firmamento
 
no habrá  lluvia ni sol  ni piedra en el camino
cuando el destino alcance al desatino.



Poema de La Canelo
Dallas, October 3, 2013