El camino
espiritual es un camino de la oscuridad a la luz.
De la oscuridad
del error a la luz de la verdad.
Todos
caminamos este camino, diariamente, a traves de dos alternativas.
Por una parte, si no somos
capaces de vencer el error, el camino es un círculo vicioso. Por la otra, si aprendemos la lección, el camino se abre hacia
la próxima experiencia.
El sitio en
donde estamos parados ahora mismo, es el sitio perfecto para nosotros.
Cualquiera se puede preguntar cómo es eso posible, si las circunstancias de su
vida son las menos deseables en este momento.
Lo cierto
es que somos los arquitectos de nuestro propio destino y haciendo uso de
nuestra magistral habilidad para imaginarnos nuestra vida, la hemos ido
modelando y decorando con todas las
cosas que nos agradan y nos desagradan .
El mecanismo interno que modela la forma que va a tomar nuestra vida, se basa en tres
premisas muy sencillas, relacionadas con la manera en que reaccionamos al
estímulo exterior: me gusta, no me gusta, me es indiferente Toda vida está llena de cosas que nos gustan
y que tratamos de atraer, las que no nos gustan y tratamos de repeler y la indiferencia, en este caso, crea un espacio neutral, el balance entre las dos
poderosas energías.
Así vamos tejiendo el tapete de nuestras
vidas.
El estado
actual de nuestras vidas refleja toda la
gama de las cosas que nos gustan, no nos gustan y nos son indiferentes. Mientras estén balanceadas estas energías, la
vida es llevadera. Hay personas que pueden estar en el mismo trabajo, o en un matrimonio poco satisfactorio para toda una vida y, aunque pueden ver la necesidad del cambio, no hacen nada para promoverlo. Para otros, el desbalance del esquema crea un círculo vicioso tan intenso, que la
lección es aprendida rápidamente y pueden moverse hacia un nuevo estado del ser.
Cuando estamos
sumergidos en un círculo vicioso, y porque la Ley del movimiento nos impulsa al
cambio, aparece un nuevo estado en nuestras vidas: las cosas que nos gustaría que sucedieran.
Comenzamos
a soñar con un mundo nuevo y mejor.
Inmediatamente que ponemos nuestra mente y
corazón en una visión diferente de la que estamos viviendo, el estancamiento se
posesiona de nuestras vidas. El
estancamiento, al igual que el aburrimiento son las señales más poderosas que
nos hacen saber que nos encontramos en el ojo del huracán y que es menester que
abramos los ojos y aprendamos la lección rápidamente, sin tener que pasar por
los famosos fondos esos duros que a tantos les encanta aterrizar de cabeza.
No hay
necesidad de eso.
Todo lo que
tenemos que hacer es estar presente. Observar
nuestra vida, porque allí está la clave de lo que tenemos que hacer y lo
que tenemos que aprender. Parece un
ejercicio sencillo, pero lo casi
imposible de lograr, es mantener nuestra
atención fija en nosotros mismos, sin que nos perdamos en el laberinto de
nuestros pensamientos, que insisten en llevarnos de un lado al otro del aquí,
buscando soluciones que nunca se van a encontrar, ni en el pasado ni en el
futuro, ni en la mente, porque la solución está precisamente frente a nuestros ojos, los ojos internos de la
intuición.
Y qué es lo
que tenemos que ver?
Sencillamente,
lo que tenemos que cambiar dentro nuestro.
Digamos que
soñamos con derrochar dinero a manos llenas y luego, observándonos, nos damos
cuenta de que escurrimos la pasta de
diente , tratando de sacarle el máximo provecho. Ese simple acto nos hablaría de nuestra
necesidad de ser ahorrativos, algo que estaría en completa oposición a nuestro
deseo de derrochar dinero a manos llenas.
Tal vez hemos sido ahorrativos hasta con nuestros sentimientos,
entregándolo en cantidades minúsculas.
Y he aquí
donde llega la epifanía, el momento de iluminación.
Podemos ver
que necesitamos urgentemente comenzar a derrochar lo que nos fue dado en total abundancia. Y cuando comenzamos a entregar cada vez más de lo que somos y tenemos, el
universo cierra el círculo vicioso y abre la puerta a la abundancia de una vida
plena, un nuevo esquema en el que seremos felices, hasta que nos toque otra vez
descubrirnos y cambiarnos, en fin, el cuento de nunca acabar. La escalera de
Jacob, por donde subían y bajaban los ángeles.
Los ángeles del cambio.
La Canelo
Dallas, TX October 9th, 2014