Detrás de cada objeto materializado está la matriz del pensamiento que lo crea aunado al deseo que motiva su existencia.
La mente consciente, la raiz de todo pensamiento, nos habla todo el día, no para ni un instante, pues tiene que continuamente fabricar el universo. Si parara de pensar, el universo que con tanto esfuerzo ha catalogado, distribuido y puesto en su lugar, desaparecería. Y este universo material, aparentemente real a nuestros sentidos, es el marco de sus actuaciones, su pequeño reino, en donde ella es dueña y señora.
El Ser Superior dentro de cada quien, se levanta de su sueño cuando somos capaces de "darnos cuenta" que hay "alguien" más dentro nuestro, que, aunque se mantiene callado, OBSERVA CON MUCHA ATENCION. Este proceso de OBSERVACION, este aparente desdoblamiento nos permite darnos cuenta de las manipulaciones de la mente consciente en llevarnos y traernos cual marionetas, para cumplir con el propósito de seguir manteniendo "su " realidad, que es la realidad que actualmente vivimos y con la que no estamos conforme las más de las veces.
Los primeros pasos de la Mente Superior o Ser Superior son dirigidos a refrenar nuestros actos o impulsos mecánicos, luego a cambiar los pensamientos por pensamientos más afines con el nuevo nivel vibratorio y por ende comenzar el proceso de transformación de nuestro universo poco a poco.
La clave es simplemente aprehender la SABIDURIA de esta Mente Superior y por consiguiente, entender que todos sus actos son impecables. El proceso es difícil y nos hace pasar por lo que ha sido llamado "la noche negra del alma", un período en donde perdemos de pronto, o poco a poco todos esos parámetros establecidos por la mente del diario vivir, y nos encontramos que el piso no es lo suficientemente estable para soportar el nuevo peso de nuestra nueva consciencia. De ahí que todos los conceptos pre-establecidos se desmoronen y comencemos a ver el mundo con nuevos ojos.
Los ojos de la Inteligencia, la Sabiduría, el Entendimiento, la Victoria, la Belleza, el Amor, el Poder, la Fuerza, en fin, los ojos del Espíritu!.
