Hoy
he visto un ángel
por primera vez.
Es un ángel pequeñito
sentado sobre un hongo que ha crecido
entre el romero y el tomillo.
Al principio le tomo por un duende y no le presto
atención, mas un rayo de sol ilumina
su diminuta túnica tornasolada/ transparente cristal, puro
y precioso y le tomo
por un brillante escondido.
Me pregunto si está cerca mi aniversario, pero no,
todavía no florecen los duraznos.
Me acerco para verle mejor. Se ve tan pequeñito, con
sus delicados brazos de porcelana
abrazando sus piernas recogidas y la hermosa cabeza
inclinada, reposando sobre sus rodillas.
No se necesita ser sicólogo para darse cuenta que algo
le sucede.
Me acerco un poco más, impulsada por mi curiosidad
innata. De pronto me siento
como si estuviese en un páramo sombrío, invadido por
la bruma de una noche sin luna.
Me sobrepongo un poco al sentimiento de tristeza que
me invade e intento establecer la comunicación.
Aquí me detengo un poco confundida, porque, cuál es el
idioma de los ángeles?
No sé qué hacer. Solo se me ocurre aclararme un poco
la garganta para llamar
su atención. El
pobre esta tan sumido en sus pensamientos que no se da cuenta
que estoy aquí parada, más bien inclinada hacia el
pequeño hongo
(y ya la
espalda comienza a dolerme).
Ejem, ejem!
Levanta la cabeza sorprendido y me mira. Se ve tan
confundido como yo.
Extiendo la mano en un gesto de confianza. El se pone
rápidamente de pie y mira a todos lados, como cerciorándose de que es a él a
quien me dirijo. El pecho se le expande en un largo suspiro, inclina la cabeza
y hace un gesto con los hombros, como diciendo: Qué más da!
Se sube por uno de mis dedos y camina hacia el centro
de la palma de mi mano extendida. Cada paso de sus pies diminutos y desnudos me
hace saltar el corazón.
Se detiene y me mira.
Yo lo miro.
De pronto, no sé de qué manera, el diálogo se inicia:
-¿Qué te sucede?-
-Estoy perdido.-
Ahora las cosas se complican.
-Y cómo es eso? Es que no encuentras el camino de
vuelta…?
(en
este momento percibo que no tiene alas)
…o eres un ángel caído?-
-Las dos cosas!-
Qué te dije, complicadísimo para una persona como yo, que
no tiene estudios teológicos ni
pertenece a religión alguna, que nunca se detuvo a pensar de donde vienen
los ángeles, o
lo que es peor
de dónde se han caído
esto es un asunto serio, pero bastante serio.
Aquí estoy piensa,
piensa y piensa. Estoy pensando tanto que mi mente comienza
a dar vueltas,
vueltas, vueltas, como un carrousel!
Es inútil…
Qué impotencia!
Se me escapa un suspiro del pecho cuando de pronto mis
ojos tropiezan con la pequeña casa que acabo de comprar en Walmart; una de esas casiticas bonitas que se
usan
de adorno en los jardines, con su techito de tejas pintadas
de verde y sus ventanitas abiertas.
-Se me ocurre una idea
quédate conmigo
y luego, ya veremos.-
Una sonrisa ilumina su rostro y miles campanitas
verdes comienzan a repiquetear
a nuestro
alrededor; millones de pequeñas lucecitas se esparcen por todo el jardín
mientras grácilmente vuela hacia la pequeña casita…
(aquí noto que los ángeles no necesitan alas para
volar.)
…se para en el dintel y me mira otra vez; siento cómo
se me derrite el corazón
bajo la luz de su mirada, aunque, tengo que ajustarme
bien los lentes para verle,
es tan pequeñito!
Entra en la casita, cierra la puerta y todo vuelve a
la normalidad.
A la normalidad?
Hoy, , haciendo uso de mi experiencia personal, puedo decir concreta y objetivamente
que los ángeles
sin alas que se encuentran en la tierra, ya sean grandes o pequeños,
están perdidos y necesitan ayuda.
La Canelo
Dallas, TX July 26th 2014