Thursday, January 27, 2011

El Viaje


Nunca olvidaré la noche más estrellada que he visto en mi vida. Todavía la tengo vívida en mi mente como si hubiera sido ayer. La Vía Láctea se desparramaba por el medio del cielo, con sus billones de brillantes lucecitas, imprimiendo la tibia noche de verano con un mágico esplendor. Eran tantas las estrellas en el cielo que la noche se iluminaba como si la luna estuviera presente.


Esto sucedió en una de las hermosas y poco visitadas playas de Panamá por aquél entonces, en el verano de 1995.

Muchas lunas han pasado desde aquella noche; ahora vivo en una gran ciudad y sus luces me impiden apreciar la magnificencia de un cielo cubierto de estrellas; solo puedo ver el paso de los planetas y unas cuantas constelaciones que asoman la nariz de vez en cuando, en medio de las luces de los aviones que incesantemente aterrizan y despegan del aeropuerto, llevando y trayendo pasajeros de y hacia los últimos confines de la tierra.

Lo cual me pone a pensar en mi viaje por la vida. Hacia donde voy? De donde vengo? Hay alguien que no se ha hecho esta pregunta alguna vez? Lo dudo.

Observando la tierra sabemos que nos movemos alrededor del eje a una velocidad de más o menos 1,600 kilómetros por hora y en nuestro viaje de traslación alrededor del sol, vamos a mas de 107,000 kilómetros por hora.  Imaginate esto, si para mi ir en un  carro a 80 millas es extrema velocidad.  Aparte de esto, nos movemos conjuntamente con el sistema solar, en un círculo alrededor de la Vía Láctea, pero como la Vía Láctea se mueve a su vez, podemos decir que viajamos en una espiral y que nunca vamos a estar en el mismo sitio dos veces.

Como dice la Tabla Esmeralda: Lo que está más abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. Actúan para cumplir los prodigios del Uno.

Yo comparo mi viaje con el viaje de la tierra por el infinito.

Todos los días voy rotando sobre mi propia esencia. Esta esencia es pura energía, una barra de luz que me atraviesa y me impulsa hacia adelante. Veo despertar el sol de mi intelecto y sé que me acompaňará todo el día, aunque sé que a veces vendrán las nubes, unas apacibles como borregos pastando en el azul del cielo, otras negras llenas de presagios y tormentas, pero en fin, nubes pasajeras, como todo lo que busca opacar la luz del Sol.

Voy a gran velocidad, solo que no me doy cuenta. Los momentos pasan, las oportunidades se presentan y si no estoy lista par aprovecharlas, por allá se fueron, tal vez hacia el hueco negro de las oportunidades perdidas. Por eso debe estar muy atenta.

Sigo la ruta que el Sol de mi intelecto me indica, bajo la dirección de un Poder Superior en el centro de mi Ser y en mi camino me encuentro con planetas, a los cuales saludo unos días, otros días ignoro y otras veces nos juntamos para hacer grandes cosas. Son las diferentes energías que me conforman y que me acompaňarán hasta el final del camino. A veces prefiero llamarles ángeles, otros viajeros les llaman Dioses.

Mi compaňera inseparable, la Luna. Sin ella no soy nadie. Es su maravillosa luz y su presencia la que apacigua los rayos candentes de mi sol particular, no sea que muera carbonizada. Ella controla las mareas para que el embravecido mar de mis emociones no anegue la tierra donde he sembrado los frutos que me sustentan.

Me doy cuenta que así como la tierra va danzando su danza de espirales por el infinito, así debo vivir mi vida: en una danza eterna, dando vueltas y más vueltas, a fin de soltar experiencias y más experiencias, como las galaxias sueltan sus astros para que sigan su viaje sin fin.

Debo viajar, como viaja la tierra, debo salir y conocer el mundo, saber cómo piensan y sienten otras personas diferentes a mí, de otras culturas, otras religiones, otros puntos de vista diferentes al mío; quiero oler el aroma de tierra mojada de otros suelos, el aroma del mar en otras playas, el sabor de platillos nunca antes saboreados, la fragancia de flores desconocidas, el picor en la piel de temperaturas no experimentadas, el sonido de instrumentos nunca oídos, quiero sentirme una con la vida, con sus alegrías, con sus sinsabores, con sus promesas, sus encantos y desencantos, sus triunfos y sus fracasos, en fin, con todo lo que yo soy y que todavía no he descubierto.

Porque de eso se trata el viaje, el buscarnos y encontrarnos, descubrirnos y transformarnos, completarnos y amarnos y al final unirnos con nuestra propia Divinidad.

Es por eso que quiero compartir este viaje con ustedes, para que juntos aprendamos a no dejar pasar las oportunidades que este viaje nos presenta, porque somos nosotros mismos quienes las hemos creado, solo que no estamos seguros de quienes somos y por ende las dejamos pasar.

Sigamos adelante, sin miedo, el mundo está lejos de terminar. Es más, en este justo momento acaba de comenzar.

Madame
Dallas,TX January 27, 2011

2 comments:

  1. Qué hermosa fotografía y qué hermosa forma de contar la vida, lo que llevamos dentro, saludos y muchas felicidades por tanta inspiración.

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  2. Gracias Maria, me alegro mucho que te haya gustado; bienvenida!!!

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